En Sonora, al igual que en el resto del país, se registran serios síntomas de que ni el bienestar ni las oportunidades, tan cacareadas en los slogans oficiales, están llegando ni como deberían ni a donde deberían llegar, principalmente en el caso de la población y segmentos laborales más vulnerables. 

Muestra de ello son las huelgas en Sonora: universidades y transporte, además de lo que se sume si las barreras de contención del estado o a su servicio dejan de funcionar. 

La gente ya se ha dado cuenta de que el dinero cada vez le alcanza menos, así venga de los chantajes disfrazados con el reparto de efectivo que entra a los bolsillos de los beneficiarios de programas sociales y sale en cualquier enfermedad o necesidad emergente. 

Lo cierto es que las transferencias de dinero han salido muy caras y mucha gente ya se está dando cuenta de que les están dando gato por liebre cuando se han cancelado derechos y prestaciones como las estancias infantiles, la escuela de tiempo completo, entre otras tantas pérdidas sociales que acumula el actual régimen en vías de extinción para las que, con la pírrica transferencia, ya no alcanza para pagarlas ni por separado ni mucho menos juntas. 

Cada vez más personas han entendido que ese dinero no viene de ningún personaje sino de sus propios impuestos, por lo que la misión primordial de los servilletas de la nación en estas épocas electorales se centra ahora en chantajear y coaccionar a los integrantes del padrón de programas sociales engañándolos y amenazándolos con falsedades perversas.

Es por ello que los trabajadores administrativos agrupados en el STEUS de la Universidad de Sonora no ceden en su exigencia de respuesta a sus demandas laborales y prestacionales. 

Les ha quedado muy claro que después del proceso electoral la sensibilidad del gobierno se reducirá a cero y que es ahora o nunca para lograr una reivindicación que mejore su precariedad laboral, la cual contrasta diametralmente con los más 300,000 MXN que le reclaman cobrar, que no ganar, a Rita Plancarte, presunta rectora de la UNISON. 

Los trabajadores también tienen muy claro que están negociando con funcionarios VIP que ganan más en comisiones que en sus nada austeros sueldos bajo condiciones laborales de jeque árabe, y que no deja de ser un acto de cinismo el que les quieran conformar con un 10% de una miseria que con el paso de los años se ha venido acumulando en detrimento de su precario ingreso. 

Lo mismo está ocurriendo con los trabajadores del volante, a quienes de manera paulatina les han venido reduciendo sus percepciones, tanto las declarables como los “caiditos” que solían ser más altos que su sueldo, con negociaciones laborales abusivas y con mayores controles de los ingresos por pasajes, sin que además esto hasta el momento se haya traducido en una mejora del servicio que tenga relación con el costo del transporte público por el lado del usuario, último eslabón en la cadena de infamias que compone el sistema del transporte, que suele dejar además grandes ganancias a quienes acaparan desde sus cómodas oficinas oficiales refrigeradas la venta del diésel, refacciones y servicios, todo esto a sobreprecios que finalmente se reflejan en lo que se le cobra al usuario.

 

En descargo del gobierno de Poncho Durazo, habría que puntualizar que nada de todo esto es nuevo, salvo los alardes que acompañan el discurso oficial por transferencias de impuestos que se abrogan perversamente burócratas partidócratas de esos que nunca han trabajado en su vida en algo que produzca riqueza, al igual que muchos de antes que también transfirieron grandes recursos en programas sociales pensando de la misma manera: en mantener un voto controlado entre personas a las que no están dispuestos a generarles formas de vida digna, mínimamente como lo establece la Constitución. 

Quedan 3 semanas de campaña y casi cuatro para la elección; después de eso hay nuevo juego y dependiendo del resultado vendrán las definiciones de lo que sigue para los sonorenses y para los mexicanos, por lo que si brotan nuevos reclamantes como los del Poder Judicial que se manifestaron ayer, la presión se termina o se acrecenta con el resultado del próximo 2 de junio. 

Así son las coyunturas y no es para que nadie se llame extrañado que los grupos organizados lean las condiciones presentes y futuras y busquen aprovecharlas para arrancarle un poco más de lo que el gobierno esté dispuesto a reconocerles antes de que se les termine la presión y suelten la piola.

Yo soy David Parra y estas fueron mis bolas rápidas de hoy.